Fuente: CimacNoticias Escrito por Sonia Gerth 28 mayo, 2020
Ciudad de México. Entre el 12 y el 20 de mayo, la Coalición contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (CATWLAC), invitó a una serie de conferencias sobre la abolición de la prostitución en la región: “Las Telejornadas Abolicionistas”. Las ponentes hablaron sobre temas como el sindicato de “trabajadoras sexuales” en Argentina, la prostitución como escuela de desigualdad, la regulación de la prostitución como “barbarie“, la relación entre el neoextractivismo y el sistema prostibulario en Argentina, y la explotación reproductiva de las mujeres
La profesora titular de Sociología del Género de la Universidad de A Coruña, la socióloga Rosa Cobo Bedia, exploró en su ponencia “La prostitución y la pornografía en el corazón del capitalismo neoliberal”, el por qué la prostitución ha crecido tanto, y por qué tiene tanta legitimidad.
Explicó que la revolución sexual, a partir de 1968, llevó a una sobrecarga de asignaciones sexuales a las mujeres, y que finalmente los roles que las sociedades patriarcales preveían para las mujeres seguían siendo el rol sexual, de estar disponibles todo el tiempo; el reproductivo, con la maternidad, y el dómestico, cumpliendo las tareas del hogar.
La hipersexualización de las mujeres se mostró en muchos ámbitos después de 1968, dijo, por ejemplo en la moda, la publicidad y la pornografía. Estos procesos exaltaron el “hedonismo del placer“, explicó la socióloga. El imaginario colectivo patriarcal nos hace creer que la prostitución y la pornografía tienen que ver con el placer, cuando son una expresión del poder, y “transformar el deseo en derecho está en el corazón del posmodernismo y el capitalismo neoliberal”, continuó.
La profesora vinculó el crecimiento de la industria de la prostitución con el neoliberalismo, que fue reforzado con los modelos políticos aplicados a partir de los años 70 y 80 en Chile, Gran Bretaña y Estados Unidos. “La prostitución no crece de una forma espontánea, crece porque hay interés en promoverlas, promocionarlas, en que esas industrias crezcan pues producirán más dinero”, dijo.
Muchos sectores interesados en crecimiento de la prostitución
Expuso como ejemplo la migración de mujeres pobres a las ciudades o a países ricos, donde son sexualmente explotadas, y por el otro lado la migración de hombres a países de bajos recursos para abusar de mujeres y niñas, el turismo sexual. Cobo Bedia citó a un ministro en Tailandia, quien habría dicho: “Necesitamos sacrificar a una generación de mujeres, para que nuestro país salga adelante.” La industria de la prostitución sería una estrategia de desarrollo para diversos países.
“Es muy difícil hacer leyes abolicionistas pues la prostitución es parte del turismo. La prostitución tiene cómplices patriarcales y económicos”, y concluyó: “Lo único decente que se puede hacer con la prostitución es abolirla”.
La feminista, abolicionista, y sobreviviente de la prostitución y trata, Sonia Sánchez, expuso que la prostitución es una violación de los derechos económicos, sexuales y culturales en una persona, y además una tortura psíquica, física y emocional, mientras que los hombres que demandan prostitución expresan todas sus violencias en los cuerpos de ellas.
“Nos obligan a negar esta violencia, a vivir anestesiadas”, dijo. Las personas que declaran la prostitución un trabajo, aceptarían el sufrimiento como “un derecho inalienable en las mujeres, el derecho de los hombres sobre los cuerpos de las mujeres.” La afirmación del “trabajo sexual” sería una negación del sufrimiento socioeconómico en la vida de las mujeres.
Sánchez planteó varias preguntas a las personas que abogan por el “trabajo sexual”: “En una hora de alquiler – qué derechos tiene una puta en esa hora?” “Si es cierto que la prostitución es un trabajo como cualquier otro, ¿porque todas se mueren pobres, enfermas y putas?”, y “¿Dónde van las emociones de la mujer al ser alquilada?” La defensora advirtió que la tortura psicológica de las mujeres en situación de prostitución, podrían heredarla sus hijas y nietas, quienes cargarán con estigmas a través de las generaciones.
Al legislar la prostitución como un trabajo, los países estarían legalizando una economía a través de los cuerpos: “Quienes sostendremos esta economía seremos las mujeres con nuestros cuerpos, vientres y subjetividades”, advirtió.