Seguramente en más de una ocasión te ha pasado que compraste unas cuantas cajas o sachets de leche y no las usaste a tiempo, por lo que se vencieron, o bien, pudiste haberla calentado o dejarla abierta en la nevera durante unos días y se cortó. No te preocupes, porque ya no tienes que tirarla aunque tenga un aspecto y sabor desagradable, ya que podrás convertirla en queso. ¡Aquí te decimos cómo hacerlo!
Historia del queso
El queso vino para quedarse y forma parte de nuestra alimentación desde que alguien se dio cuenta de que la leche, una vez fermentada, podría transformarse en un producto duradero, sabroso y fácil de transportar. Los griegos decidieron que el guardián del Olimpo, Aristeo, fuera quien les enseñara a los hombres a elaborarlo. Sin embargo, los egipcios elaboraban queso y, al parecer, el primer registro arqueológico es sumerio y del año 5800 a. C. Los romanos le sentaron las bases al queso que hoy disfrutamos.
¿Cómo hacer queso con la leche cortada?
Coloca la leche en una olla y llévala a fuego medio hasta que rompa hervor. En ese instante, aparta y coloca un poco de sal fina al gusto y algunas gotas de zumo de limón exprimido. Remueve muy bien con una cuchara de madera hasta que la leche se cuaje.
Ahora, ubica la leche cortada en un colador con un paño por encima y deja que escurra durante 60 minutos. Una vez transcurrido este período de tiempo y cuando la leche haya escurrido todo su líquido, lo que quedará en el paño será el queso elaborado en casa.
Toma el paño con el queso y dale la forma que te guste. Conserva el queso en la heladera dentro de un recipiente hermético y úsalo para preparar tus recetas preferidas, o para untar en el desayuno. El queso obtenido tendrá una textura delicada y un sabor delicioso y suave. Si quieres conocer más sobre el queso quizás te puedan interesar las alternativas al queso ricota y qué queso no se necesitan conservar en la nevera.