Hoy nos miramos de lejos, nos miramos volar, nos miramos altos: nos miramos separados.
Por: Kate Nateras – 15 de diciembre, 2020 2.2k/
Cuando entiendes que el amor duele | El Manual del Amor
Veo lo feliz que ahora eres, veo tu caminar despreocupado y ligero; noto que la tristeza se te ha ido y los ojos luminosos te han venido de nuevo. Veo tu luz, veo tu tranquilidad y tu paz. Veo que caminas con alguien, alguien que no se parece a mí, veo que caminas enamorado, veo que me has dejado atrás en el trayecto, veo que caminas sin mí. Sé que mucho tiempo lo esperaste pero no contábamos con la partida que el destino canalla nos jugaría: no volvernos a reunir. Entonces, como un cliché, decidió que nosotros fuéramos ese amor que se mira de lejos, que se mira ser felices sin el otro a su lado. Que se mira de lejos viviendo, siguiendo su camino y amándose a oscuras, a escondidas.
Tomamos caminos separados, vidas, futuros… en nuestro mundo eso no era posible, siempre nos vimos uno con el otro, juntos, hasta el final del infinito, juntos. Siendo uno, siendo nosotros, siendo uno. Pero el tiempo nos ganó, el misterio, la tormenta, la falta y la deshora. Nos faltó más cafés, más camas, más caricias, más besos; más de nosotros, más amor. Más tú y yo.
Nos apartamos poco a poco, dejé que el aire te llevara y no fui detrás de ti; me quedé mirando y mirando, mirando cómo te alejabas, mirando tu vuelo, mirando tu distancia, mirando cómo te ibas de mí. Cuando te quise buscar ya no estabas cerca, como un papalote que emprende un vuelo alto y se pierde en el cielo. Cuando menos nos dimos cuenta ya estábamos separados, estabas separado de mí y yo de ti. Cuando menos nos dimos cuenta ya nos estábamos mirando de lejos.
Y así son quedamos.
Cuando uno intentaba acercarse, el otro volaba más alto; y cuando éste regresaba, el primero ya había volado también. Nos perseguíamos al mismo tiempo que nos alejábamos. Queríamos pisarnos los pasos sin darnos cuenta de que estos eran los que nos estaban distanciando, separando, alejando.
Hasta que… nos dimos por vencidos, o más o menos por vencidos, nos resignamos a que no nos alcanzaríamos jamás, que no volveríamos a estar en el mismo plano, al mismo paso, en el mismo camino: juntos en la misma vida. Que no volveríamos a estar hoy, ahora, juntos, hoy. Juntos.