El vehículo de la reportera fue atacado por unos hombres que arrojaron una bomba molotov al interior y luego huyeron. El hecho sucedió menos de 24 horas después de que la comunicadora denunciara a la presidenta municipal
“Yo siempre he realizado coberturas de Tijuana. Escribo de migrantes, de lo que hace una reportera fronteriza. Escribo del bache; del funcionario que se metió en la fila para robarle las vacunas a los abuelitos que estaban esperándola a las cinco de la mañana; y que exhibe, y que busca a las víctimas, esa soy yo”, relata la reportera a este periódico. La tarde del 1 de febrero, Yolanda Caballero se había trasladado a la colonia Loma Dorada para hacer una entrevista, a unos 14 kilómetros del centro de la ciudad, cuando uno de sus colaboradores le avisó a ella y a las personas con las que todavía se encontraba, que un coche había sido incendiado en la calle. “¿Yolanda, tú tienes una camioneta gris?”, le preguntaron. “Cuando salí estaba envuelta en humo. Después, me enseñaron el video, vi el flamazo que salía y lo primero que se me vino a la mente fue mi hijo, porque a veces él se sienta ahí, en la parte de atrás de la camioneta”, recuerda profundamente conmovida.
Las amenazas
Las intimidaciones, cuenta, vienen desde 2022, cuando el director de Comunicación Social del Ayuntamiento de Tijuana la amenazó por teléfono, porque había exhibido, días antes, a un funcionario municipal, al que grabó cuando comenzó a hablarle de forma amenazante. Le dijeron que la podían meter a la cárcel. Pero ahí no se detuvo la situación, tiempo después, hizo una nota sobre cómo otro funcionario, que ahora es Secretario de Bienestar, condicionaba apoyos para un grupo de mujeres. Era enero de 2022 y acababan de asesinar al fotoperiodista Margarito Martínez, en Tijuana. Antes de publicar su texto, un vocero de comunicación del Ayuntamiento se comunicó con ella y le dijo que le darían una réplica:“Yo acepté escuchar y añadir esa réplica, pero me dijeron que me la darían en la vigilia de mi compañero Margarito. ¿Cómo se interpreta eso?”, se pregunta. Fue después de estos hechos cuando Caballero Jacobo buscó medidas de protección en el mecanismo estatal.
“Pareciera que el señalar las irregularidades del Gobierno les molesta. Y por eso comenzaron a agredirme porque no le encuentro otra explicación”, cuenta sobre estos hechos sucedidos con varios funcionarios locales. También sobre las veces en las que la alcaldesa morenista Montserrat Caballero la ha mencionado públicamente o, asegura, le ha escrito incluso de forma directa a su teléfono personal. “Me dijo que era una ignorante, que era una desesperada. Además, me acusa diciéndome que quién me pagará. ¿De qué se trata, en dónde está la libertad de expresión? La libertad de expresión no existe en Tijuana”, dice. “Hice el video porque tenía que dejar evidencia de lo que estaba pasando”.
“Aquí todo esto son agresiones a periodistas”
Caballero Jacobo insiste en que ella no ha señalado nunca a la edil por el ataque a su coche. Además, es firme en que es importante que lo que sucede con su caso no se tome como un altercado personal entre ella y Montserrat Caballero. “Yo quiero que quede claro que eso aquí y donde sea, es una agresión a un periodista. El hecho de que te estén hablando y diciendo ignorante, que te hablen y te insinúen quién te pagará, porque estoy publicando una realidad de lo que ocurre en Tijuana, eso es una agresión a periodistas, y no se vale que estén tratando de distorsionar las cosas, porque además, para empezar, ella está en una situación de poder”, dice.
En un país como México, en el que cada 13 horas hay un ataque en contra de la prensa, y en una ciudad como Tijuana, considerada como un nuevo epicentro letal de la violencia hacia los comunicadores, —en 2022 fueron asesinados Lourdes Maldonado y Margarito Martínez— lo que le sucede a Caballero Jacobo no es un hecho aislado ni poco común. Su caso se suma a los de decenas de reporteros que, como ella, afrontan los embates que las distintas formas de poder imponen a quienes tienen la tarea de informar en todo el país.
Caballero Jacobo ha tenido que salir de Tijuana y está en el proceso para ser acogida por el mecanismo de protección nacional. Mientras habla recuerda también, y ahora con pesar, cuando comenzó su carrera en un periódico de Rosarito —una ciudad en Ensenada, a unos 100 kilómetros de Tijuana—. “Recuerdo una ocasión que exhibí a un presidente municipal priista, que tenía una celda que le llamaban el karaoke porque ahí ingresaban a personas y las hacían “cantar” y un día metieron ahí a unos estudiantes de la Universidad Autónoma del Estado. No sucedió nada. Aquí no sucede nada, aquí no hay ninguna celda llamada karaoke, fueron las conclusiones de las autoridades. A mí me cambiaron de ciudad después de eso. En ese tiempo era una reportera muy inocente. Lloré del coraje porque no entendía por qué me tenían que cambiar de ciudad si lo único que estaba haciendo era informar”.
A la periodista le da miedo que cuando al presidente López Obrador le preguntan sobre su caso, lo primero que ha hecho el mandatario es salir en la defensa de la alcaldesa, aunque después precise que es la Fiscalía quien tiene que investigar. Asegura que cuando se está en posiciones de poder, como el presidente o como la edil, el eco de sus dichos tienen un efecto mayor que el de cualquier otro ciudadano. “Para mí ha sido muy difícil, tengo momentos de crisis, de repente no puedo controlar el miedo que siento y a la vez pienso, si yo no hubiera sido reportera no hubiera arrastrado a mi familia a esta situación”, se lamenta.
Este periódico ha consultado directamente al Ayuntamiento de Tijuana para conocer la versión de su representante y colaboradores cercanos, sin recibir una respuesta.