Hace algunos días hubo un debate en IG por un posteo de @mami.albanil sobre la sexualización de las niñas. Es un tema que nos interesa, nos atraviesa y trabajamos mucho.
Hemos mostrado como a través de los medios y la industria de la moda se construye y normaliza esa sexualización de niñas y adolescentes como un modelo de éxito y felicidad, al mismo tiempo que los varones son socializados en la idea de que la mujer es un objeto, un territorio de conquista, alimentando la cultura de la violación y la pedofilia. ¿Qué otros recursos se usan?
Las muñecas. ¿Cómo son las muñecas con las que juegan las niñas? ¿Qué muñecas se ofrecen y se consumen? ¿Qué nos venden?
Muñecas que refuerzan que ser mujeres es ser delgadas y aparecer con poca ropa y sexualizadas, como un juego, que no es inocuo, ni inocente. Que expone a las niñas y adolescentes.
Las muñecas fueron siempre una herramienta para naturalizar el rol social de la mujer.
Si el bebote era una muñeca que cumplía el rol de hij@, señalando el destino materno, con Barbie nace la muñeca maniquí, un modelo aspiracional basado en cuerpos y estilos de vidas irreales, que giran en torno al consumo.
Los nuevos modelos muestran rostros con labios siliconados y ojos hipermaquillados de mirada sensual, inspiradas en el mundo de las estrellas pop que las niñas imitarán.
Mientras muchos estudian, muestran que las niñas más expuestas a mensajes sexuales son propensas a problemas de autoestima, depresión y desórdenes en la alimentación. La sexualización destruye la confianza y la comodidad con el propio cuerpo.
No es un juego, no es gracioso, no es inocuo y no es un tema de niñas.