El couturier español, que ha fallecido a los 88 años, fue uno de los creadores que revolucionó el diseño de los años 60 gracias a sus icónicas piezas metalizadas.
NURIA LUIS
Paco Rabanne ha fallecido hoy a los 88 años. La moda se despide así de uno de los creativos más internacionales que ha dado España. Nacido en Pasajes de San Pedro, Guipúzcoa, en 1934, Francisco Rabaneda y Cuervo vivió prácticamente toda su vida en Francia, donde tuvo que exiliarse a los cinco años con su familia (como general de las tropas republicanas, su padre fue fusilado durante la Guerra civil). Vivieron primero en Morlaix, y después, en Les Sables-d’Olonne. Se formó en arquitectura, que estudió en la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes de París.
“Hijo mío, no tienes derecho a estropear la belleza de una mujer ”, solía decirle su madre a Paco Rabanne. Ella sabía muy bien de lo que hablaba: era jefa de costureras de Balenciaga. Un pasado que influyó en mayor o menor medida en él. Con ella tuvo hizo su primera incursión en la moda: montaron un pequeño negocio en el que vendieron hasta 1965 botones y bordados para las diferentes casas parisinas. A los 30 años, ideó su primera colección. Dos años más tarde, en 1966, presentó el desfile que le catapultaría al estrellato: 12 vestidos imposibles en materiales contemporáneos. Le sirvió para romper todos los convencionalismos, por la música que antes no solía utilizarse o su cásting inclusivo con modelos negras. A través de su argumento de “coser es esclavo”, elaboró vestidos de plástico y metal, que unió mediante cable y pegamento. La coleccionista Peggy Guggenheim fue una de sus primeras clientas, además de la propia Hardy.
El modisto entendía la creatividad como una herramienta de impacto. “Le preocupa más la impresión visual, la imagen directa de una cosa, que cualquier otra impresión que pueda provocar un objeto”, sostenía Vogue en el reportaje que le dedicó en marzo de 1967. “Siente que estamos viviendo en una civilización visual y que los impactos visuales deben ser más fuertes que cualquier otra cosa”. No iba mal encaminado hacia los derroteros que tomaría el sector y las pasarelas influidas por el consumo en redes sociales. «Vivimos en un mundo que consume información y sobre todo imágenes«, apuntaba el modisto. «La moda es el aspecto externo inmediato de nuestra civilización, un reflejo inmediato que es, además, perecedero, por lo que el modisto da a la sociedad informaciones ultrarrápidas; el modisto de los años cuarenta vestía a algunas mujeres y los modistos de los años ochenta queremos vestir al planeta entero», declaró en su día el diseñador.
Con su manera de abordar la moda, Rabanne también se labró una trayectoria en el cine: por un lado, pudimos ver a Audrey Hepburn en Dos en la carretera (1967) luciendo uno de sus vestidos metalizados. Pero si hubo un vestuario que marcó un antes y un después, ese fue el de Barbarella (1968). Para la película, el español vistió a la actriz Jane Fonda con lo que consideró que era el epítome de la sensualidad: botas de cuero de estilo pirata, capas y tops de plástico transparente. El espíritu de la época en su estado más puro.
