San Luis Río Colorado, Sonora; 25 de agosto de 2022.- No es una aseveración muy radical señalar que el hacer cine puede ser una actividad excesivamente aburguesada. Los costos, las cadenas de servicios, la cantidad de cosas que se ocupan para hacer cine lo hace inaccesible para un gran sector de la población. Sin embargo, siempre hay alternativas. A finales de los cincuentas, la Nouvelle cagué francesa –comandada por Godard, Truffaut, Rohmer, Varda- iniciaron otra forma de hacer cine, una alejada del faraonismo hollywoodense, ya no centrada en las grandes historias-epopeyas y épicas cuasibíblicas-, sino ya enfocadas en historias comunes, insertas en ese período de postguerra y que daban pie a temáticas más subjetivas, urbanas.
Sin embargo, desde el sur global, el hacer cine siguió siendo un ejercicio complejo. La desigualdad reinante hace abismal las diferencias. Owen Levario y el sanluisino Abraham Marín, egresados de la licenciatura de Cine en el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), dieron su charla «Cine de guerrilla» en el marco de la primera muestra de Cine Fronterizo de San Luis Río Colorado.
En una época de estudios culturales, de una tendencia cada vez más marcada de pensamiento anticolonial y decolonialista, las conceptualizaciones que se hacen en el sur global han tomado una mayor relevancia: de la pornomisera, acuñada por el cineasta colombiano Luis Ospina, al cine de guerrilla. El cine de guerrilla, explicaron ambos cinematógrafos, tiene sus orígenes en el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), en la guerra civil de El Salvador, donde los grupos rebeldes grababan escenas de la realidad del conflicto y la brutalidad del ejército salvadoreño y que no había una correspondencia mediática a tales atrocidades.
Entonces, el cine de guerrilla surge en respuesta a esas asimetrías de poder y propone un paradigma distinto y, por qué no decirlo, revolucionario: Todos pueden hacer cine/ El cine es un arte comunitario/ no se ocupa mucho dinero para hacerlo.
El cine de guerrilla no es tanto un movimiento estético homógeneo (cómo lo puede ser el Dogma 95, el neorealismo italiano) sino una búsqueda perenne de abrir las puertas del cine a todas y todos.
