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NutriciónPor Ser Saludable

Cómo evitar los ataques de hambre

Si ya no sabes qué hacer para controlar los temidos ataques de hambre a cualquier hora del día, debes prestar especial atención a la insulina. Saber controlar sus picos es la clave para acabar con ellos. Descubre cómo conseguirlo a continuación.

Glucosa e insulina

El principal causante que produce unas ansias locas por comer no es otro que una elección incorrecta de los alimentos que tomamos. Debes tener en cuenta que, en ocasiones, comer aumenta más el apetito, y es que, ¿cuántas veces hemos sentido la necesidad de comer algo dulce por sentirnos con la energía baja? Pues este sencillo gesto favorece la sensación de hambre horas después.

Cuando tomamos alimentos con un alto índice glucémico, el nivel de azúcar en nuestra sangre aumenta por encima de lo normal. Para contrarrestarlo, el páncreas segrega la insulina. Como consecuencia, los niveles de azúcar descienden hasta el mínimo y ello lleva a producirnos una mayor sensación de hambre.

La elección correcta

Para salir de este círculo vicioso, es necesario que nuestro organismo fabrique sólo la cantidad justa de insulina. Esto lo conseguimos consumiendo alimentos que no aumenten el nivel de azúcar en nuestra sangre de golpe, o lo que es lo mismo, aquellos que contengan un índice glucémico bajo.

Para ello, puedes recurrir a los carbohidratos: te ayudarán a regular más fácilmente los niveles de azúcar, disminuirán la producción de insulina, y por  tanto, evitarás los ataques de hambre.

Cacahuates, pan integral o maíz dulce son algunos de los tentempiés por los que podrás optar para calmar tu sensación de hambre. Como siempre, la fruta es un excelente aliado: cerezas, ciruelas, melocotones o manzanas son algunas de las que presentan un índice glucémico más bajo. Incluye también en tu dieta judías, soya, garbanzos, arroz salvaje o pasta integral.

Aprende a combinar alimentos

Para conseguir reducir la cantidad de alimentos ingeridos durante el día, y con ello, decir adiós a los ataques de hambre, sólo es necesario saber qué alimentos son los más adecuados para aportarle energía a nuestro organismo y en qué momento del día resultan más eficaces.

Desayuno: apuesta por un lácteo y añade fibra a tu cuerpo con cereales integrales y una pieza de fruta que te dé energía para afrontar todo el día.

Media mañana: siéntete más saciada con una rebanada de pan integral y un sandwich de pavo.

Comida: para mantener tu cuerpo con energía combina los hidratos con las proteínas. Renuncia a comidas ligeras, como consumir sólo una ensalada.

Merienda: apuesta por un yogur y un puñadito de frutos secos.

Cena: para irte a la cama saciada, combina algo de verduras con un buen plato rico en proteínas (carne, pollo o pescado asado, horneado  o a la plancha).

 

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