Un trabajo demandante, decepciones amorosas, inseguridad, dificultad para establecer vínculos emocionales e insatisfacción en la relación actual, son algunas de las razones por las que los portales de citas virtuales han sido exitosos. Estos sitios logran hacer el “match” al comparar las preferencias de los usuarios; su grado de compatibilidad será mayor en tanto más criterios coincidan.

Conocer personas en Internet con la intención de iniciar una relación que pueda concluir en matrimonio o tener una pareja informal es una práctica cada vez menos estigmatizada a nivel mundial que parece responder a un estilo de vida acelerado y centrado en el éxito laboral.

La doctora Jacquline Cortés Morelos, psiquiatra egresada de la Facultad de Medicina de la UNAM, comentó en entrevista que los factores por los que una persona utiliza estos portales son diversos: “no necesariamente se relacionan con los divorcios, tienen que ver los diferentes estilos de vida con poco tiempo para conocer personas y tener citas”. Hay varios aspectos por los que una persona, casada o no, utiliza este método para socializar: “desde quienes no son capaces de comprometerse por diversas causas y  buscan relaciones superficiales, hasta quien no encuentra en su pareja actual a una persona que cumpla con sus expectativas”.

La mecánica es prácticamente la misma en todos los sitios de citas: el usuario crea un perfil con su información y el sitio utiliza un algoritmo —un conjunto ordenado y finito de operaciones que permite hallar la solución de un problema— para mostrar los perfiles más compatibles con base en las coincidencias entre los perfiles y los criterios que los propios usuarios establecen al inicio. En la mayoría de los casos, poder intercambiar mensajes con tus “coincidencias” tiene un costo adicional.

Además de los portales “convencionales” como Match.com a los que cualquier persona puede acceder, existen curiosidades en el mundo del matchmaking. Tal es el caso de SeisGrados, en donde la edad mínima para registrarse es de 25 años y hay un equipo de profesionales (psicólogas y coaches) que entrevistan a los usuarios para corroborar los datos y asegurarse de que no sean casados. Millionaire Match se enfoca en emparejar a “millonarios certificados” y cuenta con un espacio exclusivo para celebridades; el portal Ashley Madison ofrece encontrarle pareja a personas casadas porque “la vida es corta”, y Gay.amor.com “es el sitio ideal para conocer a solteros gay”.

Antes de Internet

Historia de los matchmakers. Durante siglos los padres de familia en diversas culturas le pagaban a una persona para formar parejas y verificar la identidad étnica o compatibilidad de un futuro matrimonio.

Shadkan judío y Nakōdo japonés. En la tradición judía el padre es quien debe elegir a la esposa de su hijo; en ocasiones un shadkan era contratado para ayudar. El Nakōdo es una costumbre japonesa en la que una persona es contratada para formar parejas.

Videntes y bailes para encontrar pareja. En Corea del Sur, después de que la persona contratada elegía a la pareja, se consultaba a un vidente para saber si el matrimonio duraría. En Estados Unidos los bailes muchas veces eran un método informal para formar parejas.

El algoritmo de la felicidad

El match es obtenido por medio del algoritmo Gale-Shapley. El doctor en Ciencias José David Flores Peñaloza, profesor de carrera del Departamento de Matemáticas de la UNAM, explica su funcionamiento de la siguiente manera: hay dos listas de posibles parejas en las que cada individuo ha asignado un orden de preferencia propio, al especificar qué es lo que busca. Este algoritmo utiliza ese orden para demostrar matemáticamente que no hay una situación inestable (cuando dos partes no son propuestas como pareja, pero se prefieren mutuamente sobre sus parejas asignadas). El doctor Flores aclara que “cualquier sitio de citas en Internet debe establecer primero un criterio que indique qué tanto una parte prefiere a la otra sobre las demás opciones. Así se aplica el algoritmo para encontrar la asignación de parejas estable”.

Fuente: Dirección General de Divulgación de la Ciencia