¿Has conocido una de esas mujeres que parecen brillar con una luz especial? Que cuando llegan a un lugar imparten paz, gozo y optimismo.
Fuente: www.subiblia.com
No hablamos de belleza exterior, maquillaje o ropa lujosa. Tampoco hablamos de sonrisas forzadas y practicadas. Se trata de esa belleza que refleja la paz de un corazón perdonado y enamorado del Padre celestial.
La Biblia nos anima a que, como mujeres cristianas, reflejemos el carácter de Cristo. Esto trae alegría al corazón de nuestro Padre celestial. ¿Cómo lo hacemos? ¿Qué distingue a una mujer que ama a Dios? Veamos algunas de las características esenciales y esforcémonos en ser mujeres que reflejen el corazón de Dios.
1. Busca la presencia de Dios cada día
Por la mañana, Señor, escuchas mi clamor; por la mañana te presento mis ruegos, y quedo a la espera de tu respuesta.
(Salmo 5:3)
La mujer que alegra el corazón de Dios es una que reconoce su necesidad y dependencia de él. Para ella es prioritario pasar tiempo delante de la presencia del Señor cada día. Ella le entrega sus cargas al Señor totalmente confiada en que él obrará y permanece atenta en espera de su respuesta. Es humilde ante él y recibe las fuerzas necesarias para enfrentar lo que traiga el día.
2. Su identidad viene del Señor
He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí.
(Gálatas 2:20)
Ella sabe que ha sido perdonada, no vive atada a su pasado. Vive con el gozo que trae el perdón y el saberse amada, escogida por su Padre. Reconoce que aunque en términos humanos no parezca muy especial, ella es valiosa y preciosa para Dios. Tanto, que él envió a su Hijo, Jesús, a dar su vida en la cruz por amor a ella para que recibiera la salvación y el perdón de sus pecados.
3. Obedece la palabra de Dios
¿Quién es el que me ama? El que hace suyos mis mandamientos y los obedece. Y al que me ama, mi Padre lo amará, y yo también lo amaré y me manifestaré a él.
(Juan 14:21)
Es una mujer que ama a Dios y busca su aprobación antes que la de los hombres. Ante cada situación o decisión ella le pregunta al Señor qué debe hacer y obedece sus mandatos aunque vayan en contra de lo que le dicte la sociedad.
Su anhelo es reflejar el corazón de Dios y vivir una vida de obediencia que lo glorifique a él. Vive en constante servicio a Dios y a los demás.
4. Lleva el gozo y la paz del Señor
En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas.
(Gálatas 5:22-23)
Está llena del Espíritu Santo y busca la dirección de Dios para actuar y hablar de acuerdo con lo que él le muestra. Es una mujer que refleja el gozo y la paz del Señor. Sus palabras son bálsamo y están llenas de bondad. Su hablar trae sanidad y paz a los que la escuchan. Ella infunde ánimo y optimismo a todos los que la conocen.
5. No se deja vencer por los problemas
No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias.
(Filipenses 4:6)
Es una mujer con una fe inquebrantable y un optimismo basado en su fe en Jesús. Ella confía en el poder de Dios y ante los problemas de la vida, sabe a quién acudir: a su Padre celestial. No deja que el estrés le robe la paz, sino que lleva sus preocupaciones a Dios en oración y le agradece su intervención de antemano. Tiene la seguridad de que él no la dejará sola. Espera en el Señor para que le muestre cuándo moverse y qué hacer en cada situación.
¡Pidamos a Dios que nos ayude a ser mujeres que traen alegría a su corazón!