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¡Un Sueño Hecho Realidad!

¡Un Sueño Hecho Realidad!

 

¡Una probadita de un sueño que se ha estado cocinando desde hace algún tiempo te sabe a gloria!

 

 

Es maravilloso comenzar a ver el fruto de tu trabajo y saber que todo esfuerzo realizado ha valido la pena. Ésta es la segunda etapa de nosotras como mujeres. Es nuestro VERANO.

Cuando hemos tenido un nuevo comienzo, es alentador, ya que comenzamos con todas las ganas, con la fe por delante y emocionadas por las novedades de nuestro emprendimiento.

Nos animamos y decimos: ¡Esta vez voy con todo! “Echando toda la carne al asador” como decimos aquí en nuestro México lindo y querido. Con la expresión de nerviosismo normal si, pero decididas a lanzarnos a nuestra nueva aventura, nuestro nuevo intento.

Una vez que vemos que lo que iniciamos comienza a florecer, es ahí cuando nuestro ego es probado. Al llegar el verano alentador y comenzar a ver los frutos, es muy importante mantener una actitud de agradecimiento frente a los resultados satisfactorios.

Hay que reconocer que no hemos alcanzado estos logros solas. Que hay muchos involucrados invisibles, detrás de cámaras, detrás del telón. El cónyuge, los hijos, tal vez un amigo, amiga. Tu líder espiritual, tu psicólogo o terapeuta que te llevó de la mano, te ayudó a sanar y a volver a creer que sí se puede comenzar de nuevo. Tu diseñador que no te dejó sola en ningún momento y te acompañó en todo el proceso. Una palabra de gratitud hacia ellos te hará crecer aún más.

Me impresiona ver el trabajo que realizan las hormigas en verano. De por sí son bastante trabajadoras, no paran, no se rinden ante cualquier obstáculo.

Recuerdo una ocasión, cuando me quedé observando a una hormiga por un largo rato. Ésta llevaba en sus mandíbulas una semilla muy pesada para ella. No se veía otra hormiga cerca como para que le ayudara. Jamás se rindió a pesar de que la semilla se le cayó muchísimas veces. Y cuando esto sucedía la empujaba a como podía, se acomodaba de nuevo y la volvía a tomar. Caminaba un poco y se le volvía a caer.

Te confieso que yo fui la que me desesperé y estuve tentada a ayudarle y colocársela cerca del hormiguero para que no batallara tanto, pero no lo hice, porque quería ver en qué terminaría todo su esfuerzo. Después de mucho esperar llega al hormiguero, cabe mencionar que la semilla estaba más grande que la entrada y al ver cómo la empujó y empujó con todas sus fuerzas y cayó donde ella quería, ¡wooow! Me quedé asombrada y avergonzada a la vez, pues me comparé con ella en ese momento.

Ese día yo me había sentado en una silla en el patio de mi casa pensando en querer abandonar algunos proyectos que había comenzado; cansada de no ver los resultados que esperaba, me había culpado de no hacerlo bien; culpé a otras personas y ese día fue una lección para mi vida, impresionante.

Le había pedido a Dios que me dijera qué hacer. Su respuesta me avergonzó, pero a la vez me dio ternura y pude ver esa parte de Dios como un padre paciente y amoroso, usando su lenguaje natural para hablarme: Su naturaleza, sus criaturas, las hormiguitas que él mismo creó. Usó lo simple para darme una gran lección. Usó mi propio lenguaje (amo la naturaleza) para hablarme y hacerme entender en mi forma particular lo que Él quería decirme, y asegurarse que lo entendería muy bien.

Ese día entendí que, aunque haya un nuevo comienzo, vea florecer mis proyectos, comience a disfrutar de los frutos de éste, habrá situaciones difíciles que se presentarán y no debemos rendirnos, sino continuar caminando, trabajando, creyendo que sí se puede, dando todo nuestro esfuerzo, empujando con nuestras mandíbulas emocionales, espirituales y físicas por así decirlo; tal como lo hacen las hormigas, y seguir avanzando.

Cuando menos lo esperemos estaremos cerca del hormiguero, donde posiblemente tengamos que empujar más fuerte para llevar esa semilla a un lugar seguro y disfrutar del fruto de nuestro esfuerzo.

Me fue imposible no pensar en el regocijo de esa hormiga cuando llegó con su comunidad y les llevó tal provisión.

Así que, ¡No te rindas, un día verás el fruto de todo tu trabajo y podrás ver a los tuyos disfrutar de todo tu esfuerzo y se regocijarán juntos como familia, como comunidad, como empresa… como sociedad!

Un día sabrás que todo habrá valido la pena.

El verano es para disfrutar los frutos, pero también para no confiarse demasiado y seguir trabajando como hormiguitas venciendo cada obstáculo que se nos presente en el camino.

“He aquí, yo estoy contigo todos los días hasta el fin”


(Tu diseñador. San Mateo 28:20)

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  • Dora Ortiz de Olivas
  • Terapeuta Familiar/Conferencista
  • Locutora del programa radial “Mujer con Propósito”
  • Co-Fundadora de “Enfocando Vidas”
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